DON QUIJOTE Y LOS MERCADERES DEL AGUA
Un viernes más y una concentración más, como la gota de agua que horada la piedra tenazmente. Comenzamos con el Noticiero del Agua, a cargo de María Jesús Rivas.
A continuación Jesús Manuel Cruz nos leyó la siguiente versión modernizada del Quijote.
Hoy
22 de abril se cumplen 400 años de la muerte de nuestro más ilustre paisano Don
Miguel de Cervantes Saavedra. Por tal motivo hace unos días, me dispuse a
releer su obra más universal, D. Quijote de la Mancha, y me encontré con un
capítulo que dice así.
En
un lugar de la Mancha, cuyo nombre todos sabemos, no ha mucho tiempo que había
una villa…
TOCOTÓ,
TOCOTÓ, TOCOTÓ, TOCOTÓ…… HIIIIIIIJJJJJJJ
-Alto
ahí Rocinante, dijo Don Quijote.
-¿Qué
pasa mi Señor? preguntó Sancho extrañado.
-Parece
ser que la ventura nos va guiando mejor de lo que acertáramos a desear, pues
ves esos molinos, son señal de que estamos llegando a Alcázar de San Juan, cuna
de nuestro autor y tierra de grandes nobles y caballeros, en la que yo mismo he
librado más de mil batallas junto a sus gentes.
-¡Seguro
que es otra de sus fantasías sacada de esos libros de caballerías! murmuró
Sancho.
-Y
para que no manches el honor de mi palabra con tus dudas, voy a contarte la más
grandiosa de las venturas vivida por los lugareños de tan honorable villa y
entre los que yo, como no podía ser de otra manera, también me hallaba, dijo
Don Quijote.
Ante
la atenta mirada de Sancho Panza, Don Quijote comenzó a contar la historia…
-Estando
departiendo con unos amigos, llegó a nuestros oídos que el entonces Gobernante de
la villa, se proponía a regalar el agua de los vecinos a unos mercaderes.
-¡Eso
no puede ser! nos dijimos todos asombrados.
-El
agua es muy necesaria en estas tierras y nosotros sabemos gestionarla mejor que
nadie, reprochó otro.
-Caballeros,
digámoselo al pueblo y que ellos decidan lo que hay que hacer, aconsejé yo,
dijo D. Quijote.
Así
pues, transmitieron la nueva a los ciudadanos de la villa y éstos, con el apoyo
de algunos nobles y sus extensas comitivas,
decidieron aunar fuerzas bajo la misma bandera para intentar detener tal ignominia.
Unida la multitud con el seudónimo de los Caballeros del Agua, iniciaron una
campaña de recogidas de firmas entre los vecinos con el fin de hacer llegar al
Gobernante su disconformidad con el asunto. A pesar de que la gran mayoría eran
contrarios a tan ruinoso negocio, el Regidor, obedeciendo órdenes de sus
superiores, hacía oídos sordos a la opinión popular y seguía empecinado en
llevar a cabo el trato.
Un
día, allá por el frío mes de febrero, la multitud de los Caballeros del Agua, se presentaron en el consistorio con la intención
de tener audiencia con el Dirigente de la villa, pero éste no los quiso
recibir.
-¡Nos
quedaremos aquí encerrados hasta ser atendidos! Expuse erigiéndome como portavoz
de los Caballeros del Agua, dijo D. Quijote.
Tres
días con tres noches permanecieron allí dentro sin salir, durmiendo en el suelo
y sin candela alguna para calentarse, esperando a poder hablar con el Edil.
Pero éste, en vez de atenderlos, les cerró las puertas con cadenas para que el
resto de convecinos no pudiesen introducir vianda alguna desde la calle.
-Imagino
que ante tal follón recapacitaría y atendería a las peticiones de sus vecinos,
reflexionó Sancho.
-Ni
mucho menos, contestó el Hidalgo, sino todo lo contrario. Al ver la masiva protesta
alrededor del consistorio, el gobernante en vez de apaciguar los ánimos, los disolvió
descargando sobre ellos toda la fuerza de su autoridad.
-Vamos
dando más palos que a una estera, observó Sancho.
Éste
hecho unió mucho más a la multitud de los Caballeros del Agua y desde entonces
empezaron a manifestarse en la plaza de la villa con la intención de expresar
su malestar con la actitud del Regidor.
-Pero
luego, tuvimos una gran idea, explicó el Hidalgo. Ya que el Edil no quería
preguntar a los habitantes de la villa si estaban de acuerdo con la venta del
agua, decidimos hacerlo nosotros mismos. Así que, nos organizamos y fuimos
puerta por puerta consultando a todos los vecinos.
-Y
¿cuál fue el resultado? Preguntó Sancho.
-Pues
cual va a ser, dijo Don Quijote. Como todos queríamos que nuestra agua siguiese
siendo 100% pública, la gran mayoría de la población votamos en contra de que fuese
gestionada por mercaderes. Incluso tuvimos el honor de recibir a altos
mandatarios de la capital, que llegaron a apoyarnos con su presencia, lo que
supuso que aquellos días Alcázar de San Juan, fuese noticia en todo el reino.
-¿Qué
sucedió después? Se interesó Sancho.
-Que
desgraciadamente y a pesar de la oposición de los vecinos, al cabo de unos
meses el Regidor regaló el agua a los mercaderes.
-Qué
pena que tras tanto luchar se perdiera la contienda, se lamentó Sancho.
-¡Eso
nunca mi fiel Escudero! Solo se pierde la batalla que se abandona y nosotros en
vez de resignarnos, emprendimos una nueva llamada remunicipalización, explicó
el Hidalgo.
La multitud de los Caballeros del
Agua cada vez más numerosa, siguió reuniéndose asiduamente y organizando
protestas contra la decisión del Dirigente. En el horizonte se les abría una
pequeña luz de esperanza, ya que en poco tiempo, habría que elegir a los nuevos
regidores de la villa y entre los aspirantes se encontraban algunos de los
Caballeros del Agua. Hasta que llegaron los comicios, muchos de los candidatos clamaban
por las calles y plazas de la villa, que si salían elegidos remunicipalizarían
el agua de Alcázar.
-¿Y
qué pasó en las elecciones? Se interesó el Escudero.
-Pues
que tras tanta campaña con el agua, algunos de sus Caballeros resultaron
elegidos para gobernar, aclaró el Hidalgo.
-Entonces
problema resuelto, se alegró Sancho.
-Todavía
no, contestó Don Quijote.
-Pero
si lo habían prometido, se quejó el escudero.
-Amigo
Sancho, mal haces de confiar en charlatanes que solo quieren llenar su alforja,
advirtió el hidalgo.
-O
sea, prometer y prometer hasta meter y después de haber metido nada de lo
prometido.
-Efectivamente
amigo Sancho, efectivamente.
Los nuevos Mandatarios se
desentendieron del asunto y ahora, además de retirarles su apoyo y el de su
séquito a la multitud de los Caballeros del Agua, optaron por desanimarlos e
invitarlos a que abandonaran su propósito, ya que era algo muy difícil de
solucionar.
Mientras,
Don Quijote seguía contando…
-Pues
sí Sancho, aunque entonces quedamos muchos menos en número, éramos más grandes
en osadía y decidimos seguir adelante con la seguridad de que nuestro objetivo
era noble y puro.
-Ya
sabe mi Señor; si quieres conocer a fulanito dale un carguito, replicó Sancho.
-Así
es, pero nosotros seguimos perseverando y gracias a nuestra insistencia conseguimos
que el nuevo consistorio, aunque no por iniciativa propia, ganase un juicio que
anulaba la venta y devolvía el agua a manos de los vecinos, que eran sus únicos
y verdaderos dueños.
-Entonces,
imagino que ahora sí, problema resuelto, comentó Sancho.
-Tampoco,
confesó Don Quijote, pues resulta que dice el gobernante que no sabe ejecutar
la sentencia.
-¡Pero
si habían prometido a los vecinos de la villa que en cuanto ellos mandaran lo
arreglarían! Y además por eso ganaron las elecciones, refunfuñó Sancho.
-Eso
mismo creíamos nosotros. Pero ya ves mi querido Sancho, al final son todos
iguales.
-Cierto
es mi Señor, los mismos perros pero con distintos collares.
Los
Caballeros del agua, aunque ya no eran multitud, no cejaban en su empeño y
seguían exigiendo su reivindicación. Entonces los Regidores para conformarlos anunciaron
que contratarían los servicios de unos ilustres escribientes para que les redactaran
los pasos de la remunicipalización. Pero pasaban los meses y todo seguía igual.
-¿Cuándo viene el expediente? preguntábamos una y otra vez a los Representantes, manifestó Don Quijote.
-El
mes que viene, respondían los Ediles.
-Así
una y otra vez, dijo Don Quijote.
-Pero
bueno entonces ¿llegó o no llegó el expediente? Consultó el Escudero.
-Hasta
lo que yo sé, todavía no, respondió el Hidalgo.
-O
sea que al final, ni cenamos ni se muere padre… pues menuda decepción. ¿Y cómo
acabó la historia? preguntó Sancho.
-El
final de esta contienda, mi fiel escudero, aún está por escribir, confesó Don
Quijote, pero seguro que acabará bien, porque cuando un pueblo lucha unido por
defender su patrimonio, eso no hay Mandatario que lo pare, aseguró Don Quijote.
-Pues
yo creo que si algún día el agua de Alcázar vuelve a ser 100% pública será
gracias al coraje y tenacidad de los
Caballeros del Agua y no gracias a los Gobernantes, reprochó Sancho.
-Llevas
toda la razón aprobó Don Quijote.
-Sabe
una cosa mi Señor, que me encantaría formar parte de los Caballeros del Agua. ¿Yo
también puedo ser? Preguntó Sancho.
-Por
supuesto que sí mi fiel escudero.
En
ese instante ambos descabalgaron de sus monturas. Sancho Panza se arrodilló en
el suelo. Después Don quijote alzó su
espada y tocando los hombros del escudero proclamó:
-Yo,
Don Quijote de la Mancha, desde este mismo momento y por la gracia de Dios, te
proclamo a ti Sancho Panza, Caballero del Agua de la villa de Alcázar de San
Juan.
-Es
para mí un honor, aceptó orgulloso Sancho Panza.
Y terminado el nombramiento pusieron
rumbo a la villa. Vale.
Continuó el acto con el capítulo VI de La venta del botijo, estupendamente interpretado por María José Chico, María Jesús Rivas, Jesús Manuel Cruz y Jesús Castellanos.
Cerró la concentración el portavoz Fernando Ruiz de Osma quien aludió al Quijote y a las muchas veces que en esta obra Cervantes reconoce la nobleza de las personas no por su cuna, sino por sus obras.
Hoy sigue habiendo quien, como la antigua aristocracia, se apodera de la voluntad de los ciudadanos para hacer la suya.
Pero los ciudadanos no pueden quedarse quietos. Nos movemos con un objetivo, la remunicipalización, y el movimiento continuará hasta que este objetivo se consiga.
El próximo viernes, día 29, no habrá concentración puesto que coincide con la Feria de los Sabores.
La próxima concentración será el viernes día 6 de mayo.
Aquí puedes ver el vídeo completo de la concentración >>